Fue discípulo de Cimabue y según cuenta la leyenda, le encontró cuando, siendo pastor, pintaba sobre una tabla a su rebaño. Cimabue decidió llevárselo con él y ejercitarlo en el arte de la pintura.
Tras varios años de de aprendizaje en el taller de Cimabue, Giotto hizo su primer gran encargo: Decorar la recién construida basílica en memoria de San Francisco de Asís en su ciudad natal. En esta obra Giotto individualiza a los personajes con rasgos propios bien definidos: gestos, movimientos, expresión, algo que no ocurría en la Edad Media.
A partir de este momento, Giotto muestra sus ganas de romper con el estilo decorativo bizantino que era el que dominó Italia durante muchos años
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